domingo, 5 de octubre de 2008

Breve Reseña histórica

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Santa Beatriz da Silva
Fundadora de las Concepcionistas

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Orden de la Inmaculada Concepción
de la Bienaventurada Virgen María, OIC
(Aprobada en 1489)
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Orden Femenina Contemplativa
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El Carisma de la Orden de la Inmaculada Concepción es suscitado en la Iglesia por el Espíritu Santo a fines del siglo XV, durante el pontificado de Inocencio VIII. Su agente, Beatriz de Silva, de origen portugués y entroncada con las familias reales de Portugal y Castilla, pasa a Castilla como primera dama de Isabel de Portugal, esposa de D. Juan II, donde destaca por su belleza y rectitud.
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Muere santamente en Toledo en 1491 donde fundara la Orden en honor del misterio de la Inmaculada Concepción para la que obtuvo su aprobación en 1489. En 1511, el Papa Julio II le concedía Regla propia.
En su muerte, cuando el Obispo de Guadix - Francisco García de Quijada - en presencia de sus Hnas. de Comunidad y otros Frailes, le administra el Sacramento de la Unción, su rostro se iluminó transfigurado, cual otro Moisés cuando se encontraba con el Señor. Y una estrella clavada en su frente, irradiaba una luz que se fue apagando según se apagaba su vida, dejando en su cráneo huella indeleble, cual sello mariano. Así es que, en la iconografía siempre aparece identificada con una estrella en la frente.
Por estos días, reinaba un ambiente cada vez más popular en torno a la defensa de tal misterio mariano. Las universidades, las instituciones, las ciudades, los príncipes y personas particulares, hacían voto especial de defender este misterio. Los pintores, trovadores y poetas cantaban las glorias de la Inmaculada desde muchos siglos anteriores.
En 1436 el Concilio de Basilea estuvo a punto de definir el dogma de la Inmaculada Concepción. Y aunque desde los principios, esta doctrina estaba arraigada en la Iglesia, ahora los Teólogos seguían divididos entre "maculistas" e "inmaculistas" desde el siglo XII.
Por la novedad y audacia de tal proyecto y los riesgos que comportaba, no fue nada fácil. Era un gran desafío, pues significaba dar por enteramente segura, y definitivamente triunfante, una doctrina teológica que a la sazón era aún muy apasionadamente discutida.
Pero "Lo que la Teología inmaculista defendía en las aulas y en los púlpitos, el Espíritu lo convirtió, a través de Beatriz, en proyecto de vida para la nueva familia religiosa, ‘en la que, por deber, no menos que por significación de hábito y Regla, fuese la Santísima Concepción de María, honrada, afirmada y ensalzada con continuas alabanzas ’ . De esta forma, no pocos siglos antes de la promulgación del dogma, y mientras hervían las discusiones teológicas, la Inmaculada Concepción se manifiesta como fuerza viva en la historia de la Salvación y en la vida de la Iglesia, suscitando una Orden contemplativa que se inspiraba en el níveo fulgor de la "Toda Pura" y recibía de ella energías para una más generosa consagración a Cristo, en el cotidiano esfuerzo por no apartar nada de la dulce soberanía de su amor".
La experiencia espiritual que inicia Beatriz es una vivencia contemplativa de los consejos evangélicos y hunde sus raíces en el misterio de María Inmaculada. Su espiritualidad está toda ella centrada en el Misterio de la Concepción Inmaculada de María, la Llena de Gracia. María es el modelo supremo de Criatura perfecta que nos ha regalado el Creador. Ella es un modelo vivo y dinámico que impulsa y mueve desde dentro a identificarse con ella y a revivir sus disposiciones interiores, sus actitudes espirituales y su total consagración a la Persona y a la obra de su Hijo por la salvación de los hombres.
Pronto alcanzó la Orden un pujante desarrollo siendo también la primera a implantar la forma de vida contemplativa en el ‘Nuevo Mundo’ en 1530. Hoy cuenta con 165 Monasterios diseminados por Europa: España, Portugal y Bélgica; América: Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador, México, África: Guinea Ec. y Asia: India
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La Esclavitud Mariana y su origen Concepcionista
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Todo el mundo conoce la llamada Esclavitud Mariana que vivió y propagó admirablemente San Luis Grignon de Monfort. Pero pocos conocen su verdadero origen.
Lo que no conocía este Santo apóstol de la Virgen, sin duda, era la Regla Concepcionista (1511), cuando, al tratar de la Esclavitud Mariana y proclamar sus excelencias, escribe: ‘Es preciso notar aquí que con esta devoción se inmola el alma a Jesús por María, con un sacrificio que ni en Orden religiosa alguna se exige’.
La mejor réplica a sus palabras la tenemos en aquel "Consagrarse en generoso servicio al Altísimo y a la Virgen Santa María", que se lee en la Bula Fundacional (1489) de la Orden Concepcionista; y que la Regla propia recoge al establecer que "El ingreso en esta Orden es una oblación personal que se ofrece a Nuestro Redentor y a su gloriosa Madre entregándose a Él como hostia viva en alma y cuerpo" Cap. II y que por la misma Regla la Monja se compromete a llevar "a la Madre de Dios entronizada siempre en su corazón como imagen de vida que imitar" Cap. III.
Esto nació, primero, y se formó y maduró, después en el corazón de una santa Monja Concepcionista en Alcalá de Henares - Inés de San Pablo (1563-1605), con un ‘vehemente impulso, como con fuerza de rapto, de hacer una Cofradía’ de Esclavas /os de la Santísima Virgen. Brote vigoroso del espíritu mariano inmaculista de su Orden.
No le fue tan fácil y llano llevar a efecto su propósito. Pero a 2 de agosto de 1595 la Cofradía con sus Estatutos, estaba aprobada por la Autoridad Superior. Y con Breve de 13 de noviembre de 1730 era indulgenciada por el Papa Clemente XII.
Existe el llamado Libro de Oro de la Cofradía donde se escriben los Esclavistas. En él, podemos apreciar firmas de personas de todos rangos, hasta Obispos, Cardenales, Emperadores, Reyes y Santos.
La Esclavitud Mariana hace parte de la esencia misma de la Espiritualidad y alma Concepcionista.
Esta forma de consagración a Jesús por María, tuvo varios e importantes impulsores.
Pero, quizá, la mayor divulgación se debe al Padre Bartolomé de los Ríos, OSA, que en 1613 cursaba sus estudios de Teología en Alcalá de Henares. Él conoció la Esclavitud Mariana que por entonces estaba en su auge, y la propagó por los Países Bajos con su célebre obra Jerarquía Mariana. Rápidamente se extendió por Alemania, Polonia, Italia, Francia, Inglaterra, etc. San Luis María Grignon de Monfort nace en Monfort-le-Cane (Francia) en 1673. Éste conoció la Santa Esclavitud por el Padre Ríos y con sus célebres tratados: La verdadera Devoción a María y El Secreto de María, la hizo más asequible a todos los cristianos, difundiéndose por todo el mundo.
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Aquella especifica Espiritualidad de Mística Mariana de Beatriz, irradió luego con fuerza sobre las ‘suyas’, las modeló a su estilo, y ha venido configurando misteriosamente a ‘las mejores’ de su Orden. Y otras relevantes figuras de santidad destacaron. Nombramos las más conocidas:
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Sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665), tan conocida por su monumental Obra Mariana: La Mística Ciudad de Dios http://www.mariadeagreda.com/ , expresión de su propia experiencia Mariana al vivir la Regla Concepcionista con todas sus consecuencias.
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Sor Mª Dolores del Patrocinio (1811-1891), conocida también por ‘la Monja de las Llagas’ estigmatizada desde muy joven y gran impulsora de la Orden;
Sor Ángeles Sorazu (1873-1921), excepcional escritora de mística mariana que en la opinión de D. Baldomero Jiménez Duque (eminente teólogo especialista en Santa Teresa y San Juan de la Cruz), " es, sin disputa, el caso más interesante de escritora mística en España en el tiempo actual y una de las primeras de todos los tiempos. En muchos aspectos es también más penetrante y densa que la misma Santa Teresa de Jesús y el mismo San Juan de la Cruz". María da a su espiritualidad un toque muy excepcional.
Sor María de los Angeles Sorazu, nos ha dejado una página que bien podemos considerar uno de los mejores ‘apuntes’ sobre lo que fue la vida interior, o espiritualidad, de Beatriz:
‘Dios favorece a algunas almas, inspirándoles una devoción singular, entusiasta y acendrada a la Santísima Virgen. Estas almas, impulsadas por la gracia, se consagran enteramente a la Señora y se identifican con ella mediante la práctica de la vida mariana, que consiste en inspirarse para todo en la Virgen y hacerlo todo en unión con ella.
‘Las que practican esta vida mariana tienen en la Virgen una ayuda poderosísima y un lenitivo para sus penas en todas sus tribulaciones.
‘Es admirable la conducta que observa la Señora con las almas que le pertenecen (por su devoción y consagración perfecta) y el celo que despliega en favor de las mismas. ¡Con cuánto amor y ternura las visita, asiste en la tribulación, las protege y defiende de sus enemigos, las socorre en sus necesidades, las enamora de Dios, las adorna y prepara a su divina unión y obtiene esta gracia para ellas! Estas almas pueden repetir con verdad las palabras del libro de la Sabiduría: Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables; porque quien tiene de su parte a la Virgen (y la tienen todos los que deveras la aman) poseen un tesoro infinito, pues posee al mismo Dios. Y no hay quien prodigue los consuelos inefables que prodiga la Señora a sus devotos en el tiempo de la tribulación.
‘Por eso las almas interiores, llamadas a vivir en intimidad con Dios como preparación a las pruebas que les esperan a las noches y cavernas, en los desiertos y en los túneles que comprende su sendero, deben procurar identificarse con la Virgen y merecer su amparo y protección; que, se así lo hacen, padecerán menos y siempre aprovecharán más; pero singularmente en los períodos de sufrimiento, que es cuando más necesitan de su patrocinio.
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‘Padecerán menos, porque las almas que practican la vida mariana, cuando se vean abandonadas de Dios, acusadas de su propia conciencia, atormentadas por el demonio y desesperadas de su salvación, además de la protección que experimentan en su recurso frecuente a la Virgen, el afecto de complacencia que sienten por ella las hace participantes de su felicidad, y gozan del torrente de sus delicias. Aprovechan más, porque, iluminada su alma por el resplandor de esta Estrella matutina, que jamás se oculta a sus fieles servidores, tienen conciencia de la purgación dolorosa que en ellas opera la gracia, y, confortadas por el patrocinio de la Señora, la sufren, enseñadas por ella, con perfecta resignación, sin defenderse ni sustraerse, antes bien, procuran cooperar con ella en la forma que les es posible.’

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